martes, 24 de julio de 2012

El filo.





A veces se tiene la sensación de que la vida va a demasiadas revoluciones por minuto. Todo se enfoca al ahorro de tiempo para que puedas hacer más cosas, más fácil, más rápido!!. Tecnología para mejorar nuestras vidas o, al menos, facilitarlas. Publicidad a todo color para bombardear tu cabeza, “haz esto“, “haz aquello“, “esto es lo mejor para ti“, “se feliz“, “ríe“, “llora“, “compra“… Da la impresión de que hoy las personas no disfrutamos de lo que estamos haciendo, no apreciamos lo que hacemos, consumimos o creamos porque estamos demasiado preocupados en qué haremos, consumiremos o crearemos después; y si seguimos así llegará un momento en que nos demos cuenta de que nuestra vida ha sido lo más parecido a una barra de instalación de programas en Windows, y que nos hemos pasado la mayor parte de ella mirando la pantalla, viendo como crece el porcentaje de instalación hasta llegar al 100% donde ya no hay vuelta atrás.

La primera vez que recuerdo haber visto a alguien afeitárse a navaja fue en la Vega de Pas, yo era pequeño y un señor sobre una pila de agua se pelaba su barba de espuma con las montañas, el frio de la mañana y el silencio como telones de fondo, no se por qué lo recuerdo con tanta nitidez, pero es una imagen tranquilizadora pintada a color en mi memoria. Tal vez hoy día una práctica así pueda parecer ridícula e innecesaria, sin embargo creo que hoy este tipo de cosas son más necesarias que nunca porque llegan a ser casi una forma de protesta. Una forma de vida lenta, tranquila, no en un sentido perezoso, vago o de dejadez sino de apreciación, comprensión y disfrute de lo que se hace; Comida tradicional frente a comida rápida, trato personal frente a emoticonos y “me gusta”, una foto sencilla y perfecta frente a mil desenfocadas… una vida lenta frente a nuestra vida rápida y envasada al vacío o, al menos, el equilibrio entre un modelo de vida y otro.

Este tipo de cosas te reportan las pequeñas satisfacciones de un “trabajo” bien hecho, una recompensa al esfuerzo opcional; relajan y te dan tiempo para pensar, ya te dediques a coser, a afeitarte a navaja o maquinilla clásica, a hacer broches con tus manos, ya dediques tiempo a limpiar y encerar tus zapatos o a lavar tu coche a mano en vez de en un tunel de lavado… todas estas cosas te reportan algo que la mayoría no disfrutará jamás y lo que es más triste, jamás comprenderá; a sus ojos estarás perdiendo el tiempo, estarás haciendo algo absurdo por algún absurdo motivo, pero ese tipo de cosas no se hacen para agradar a nadie sino por uno mismo, de manera que en estos casos más que en ningún otro qué más da lo que piensen los demás...



 La cuchilla se convierte a cada uso en maestra, te enseña y te obliga a no olvidar. Entre muchas lecciones es maestra de historia porqué te cuenta que así lo hicieron los mejores y los peores hombres desde siempre, porque nos acerca de una u otra manera a nuestras raíces y a lo que de primitivo y romantico queda en nosotros, porque nos enseña que la prudencia y la mesura son virtudes; porque expone en cada pasada la ley de acción y reacción de Newton, te enseña a cuidar el medio ambiente e impactar de menor forma en él, te enseña a ahorrar y cuidar tu economía, te enseña que los errores y descuidos se pagan, te enseña que toda herida produce una cicatriz, y también que por profunda que la herida sea, siempre, siempre acaba por cicatrizar.