sábado, 11 de octubre de 2014

Monstruos de acero y cristal.






En un centro comercial no te mojas si llueve, no hay problema para aparcar, hay luces, música, grandes cadenas y franquicias; y por si fuera poco puedes dejar a tu hijo en la piscina de bolas para que te deje un rato en paz...

El comercio local es el alma de una ciudad; el comercio tradicional es el que le da vida a la calle y la hace, por ello, más habitable y segura.
Si puedes dejar el dinero en el bolsillo de tu vecino ¿por qué se lo vas a dar a una gran cadena?. Piensa global, sin límites, pero trata de consumir, dentro de lo posible, local. 

En Francia está creciendo fuerte un movimiento de consumo responsable, de mirar lo que se compra y a quién, todo un ejemplo a seguir en un mundo en el que pocos quedan ya.