martes, 2 de junio de 2015

El cocodrilo que miraba a las estrellas.



Creo que todos y cada uno de nosotros recibimos un don al nacer.
Ara Malikian descubrió el suyo, siendo aún un niño, bajo el suelo de su patria libanesa, en los refugios antiaéreo donde descubrió que su violín podía combatir el estruendo de las bombas, donde descubrió que sus melodías podían lamer las herida de todos los que con él compartían destino ahí abajo, que su música podía hacerles olvidar y llevarlos lejos de aquel sucio agujero...

Hay quien en una vida entera no descubre cual es su don, hay quien lo descubre y lo aprovecha, quien lo desaprovecha, y quienes lo intuimos y no sabemos o no nos atrevemos a utilizarlo, como un cocodrilo que mira triste a las estrellas sabiendo lo lejos que están.





Estoy sentado en la hierva con las manos llenas de serrín de lijar, corre brisa y no hay ruido bajo el sol. Miro sobre mi hombro y veo a mi amigo Edu trabajando, buscando ideas para seguir adelante mientras pone en pié las que ya tiene.  "Te puedes creer que aquí no me duele el estomago..." le digo; él me mira cuter en la mano, sonríe y vuelve a lo suyo... es una forma distinta de hacer las cosas, de asumir que las cosas son como son pero que siempre tenemos opciones, de ser un cocodrilo y mirar alegre las estrellas, sabiendo que están donde tienen que estar para iluminarnos y darnos guía.


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