viernes, 6 de mayo de 2016

Decrecer para "crecer".






Usted habla que no hay que crecer por crecer, igual que no hay que decrecer por decrecer, ¿en qué deberíamos crecer y en qué decrecer?
Hacer crecer la felicidad, mejorar la calidad del aire, poder beber agua natural potable, comer carne sana, que la gente pueda alojarse en condiciones aceptables… Vivimos en una sociedad del desperdicio que genera numerosos desechos, pero donde muchas de estas necesidades básicas no están satisfechas. Salir de la ideología del crecimiento supone una reducción del consumo europeo hasta alcanzar una huella ecológica sostenible, esto supone reducir en un 75% nuestro consumo de recursos naturales. Pero no somos nosotros los ciudadanos los que debemos reducir nuestro consumo final, sino el sistema. Por ejemplo, el 40% de la carne que se vende en los supermercados va a la basura sin ser consumida. Esto conlleva un desperdicio enorme y una alta huella ecológica. En un país como España, hasta el año 70 la huella ecológica era sostenible, y si todos hubiesen seguido viviendo como los españoles de aquel entonces tendríamos un mundo sostenible. Sucede que los españoles no han pasado a comer el triple de cantidad, sino el triple de mal. En la década de los 70 las vacas todavía se alimentaban de hierba pero ahora comen soja, que se produce en Brasil, quemando la selva amazónica; después es transportada 10.000 kilómetros, se mezcla con harina animal y se hacen piensos con los que las vacas se vuelven locas. Por tanto la huella ecológica de un kilo de ternera hoy supone 6 litros de petróleo, y pasa igual pasa con la ropa y con el resto de bienes. Vivimos en la sociedad de la obsolescencia programada, cuando en lugar de tirar deberíamos reparar y de esta forma podríamos decrecer sin reducir la satisfacción.

                                                                                                          SERGE LATOUCHE


El turista.





Es de uso común y creencia generalizada defender el turismo como modelo económico; da dinero y genera empleo dicen, pero nadie se pregunta a costa de qué. El turismo no es necesariamente malo pero si que destruye la esencia de las ciudades. Quizás el ejemplo más claro de esto es una Venecia sin venecianos, ¿quien querría vivir en un parque temático de ruido, carteristas, y puestos de "recuerdos"?... el turismo da dinero, sí, pero también consume y destruye la identidad de los lugares, sus tópicos y su atmósfera.
Ya es bastante triste que los centros de todas las ciudades del mundo sean calcos los unos de los otros, con sus Mc Donals, ZARA...etc... lugares "muertos", sin alma, pero llenos de "vida" ruido y luces de colores. Los lugares emblemáticos de cada ciudad son conquistados por oleadas de gente con cámara de foto que hace cola en museos para ver cosas que probablemente no sean capaces de comprender o valorar, y que están ahí simplemente porque es "lo que hay que ver", personas que se van a otros países a comprar productos de marca porque son más baratos allí... resultado de la conjunción perfecta de hombre masa y low cost.
Basar la sostenibilidad de una ciudad en el turismo es huir hacia adelante simplemente porque da dinero; lo natural, no digo lo lógico, sería proteger la cultura, la historia y a las gentes del lugar, fomentar el turismo como presentación ante el mundo de lo que somos, de lo que fuimos, y no como motor económico de nada.
Un modelo económico se debe basar en ser productivo y eficiente que no es lo mismo que ser un engranaje más en la maquinaria del presente que se mueve deprisa y todo lo reduce al valor fluctuante del dinero.

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Como una roca.




Quizás el mayor logro de la modernidad y la mayor de nuestras derrotas sea el individualismo inoculado en la sociedad. Perdido completamente el sentido de la colectividad el ser humano deja de ser-humano para convertirse en individuo y roto el sentimiento de comunidad se pierden los objetivos comunes.
Una gran ciudad es el mejor lugar para ser consciente de esto, aquí cada uno va a lo suyo y los problemas de los demás son eso, de los demás... futbol, tele, casa, coche, centro comercial y yo a lo mio.

Por suerte no creo que nosotros seamos así, por suerte tus cortes me duelen a mi también y aunque a veces recibamos golpes seguimos en formación. Ya sabes que como en el cuento "esto también pasará" y cuando pase seguiremos ahí para reír y celebrar. Adelante!!




Kérex.





Aquí hay de todo, aquí hay humo, asfalto, cristal y queroseno.