miércoles, 4 de noviembre de 2015

Una historia de violencia.


Las penas más duras por rebelión a bordo podían ser dos, "la quilla", por la que se arrojaba por proa al pobre desgraciado para que la quilla del barco le partiera los hueso mientras se ahogaba, y "el tablón", por el que se hacía caminar y saltar al rebelde para dejarlo abandonado a su suerte y que fueran el mar o sus habitantes los que le dieran muerte.

Casualmente esta última semana he oído a dos personas hacer referencia, de forma metafórica, a la practica del tablón...
Yo camino por el tablón con los puños apretados. Dejo atrás un brazo firme que sostiene un sable mientras sonríe, y allá abajo revolotea hambrienta una escuadra de tiburones. Lo que no sabe quien sostiene el sable es que no se lo pondré fácil porque no pienso saltar y lo que no saben los tiburones es que si caigo venderé caro mi pellejo, porque en mi fajín, oculto, duerme presto el más afilado de mis puñales.


dic.2015

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