viernes, 6 de mayo de 2016

El turista.





Es de uso común y creencia generalizada defender el turismo como modelo económico; da dinero y genera empleo dicen, pero nadie se pregunta a costa de qué. El turismo no es necesariamente malo pero si que destruye la esencia de las ciudades. Quizás el ejemplo más claro de esto es una Venecia sin venecianos, ¿quien querría vivir en un parque temático de ruido, carteristas, y puestos de "recuerdos"?... el turismo da dinero, sí, pero también consume y destruye la identidad de los lugares, sus tópicos y su atmósfera.
Ya es bastante triste que los centros de todas las ciudades del mundo sean calcos los unos de los otros, con sus Mc Donals, ZARA...etc... lugares "muertos", sin alma, pero llenos de "vida" ruido y luces de colores. Los lugares emblemáticos de cada ciudad son conquistados por oleadas de gente con cámara de foto que hace cola en museos para ver cosas que probablemente no sean capaces de comprender o valorar, y que están ahí simplemente porque es "lo que hay que ver", personas que se van a otros países a comprar productos de marca porque son más baratos allí... resultado de la conjunción perfecta de hombre masa y low cost.
Basar la sostenibilidad de una ciudad en el turismo es huir hacia adelante simplemente porque da dinero; lo natural, no digo lo lógico, sería proteger la cultura, la historia y a las gentes del lugar, fomentar el turismo como presentación ante el mundo de lo que somos, de lo que fuimos, y no como motor económico de nada.
Un modelo económico se debe basar en ser productivo y eficiente que no es lo mismo que ser un engranaje más en la maquinaria del presente que se mueve deprisa y todo lo reduce al valor fluctuante del dinero.

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