martes, 27 de mayo de 2014

Bailar con el diablo.




En una rueda de reconocimiento identificaría sin dudar al diablo... porque le vi la cara una vez entre Charing Cross y White Chapel; al salir de una boca de metro me cruce con su mirada incomoda e inquisitiva caminando en sentido opuesto al mio... varias calles más adelante, donde no le correspondía, me esperaba apoyado en una esquina, su mirada me escrutó y me siguió hasta que me perdí, inquieto, entre la gente. Desde aquel día no lo he vuelto a ver, y aunque no pueda olvidar su cara espero no volver a verlo jamás.

El domingo los españoles bailamos, una vez más, con el diablo, pero este es muy distinto al de Charing Cross este es más irreal y etéreo... aquí seguimos jugando a que somos lo que no somos, a que podemos lavarnos la cara sucia con barro para tratar de sentirnos más limpios... a no darnos cuenta de que las opciones son bailar con el diablo o hacerlo con la más fea...
Pero nosotros elegimos salir fuera a respirar, a bailar por nuestra cuenta lejos de la música estruendosa y malsana, lejos de la música que tocan los tambores de la guerra y el odio que hacen bailar y contorsionarse a todos los demás.




No hay comentarios:

Publicar un comentario