"Si no es tuyo no lo cojas,
Si no es correcto no lo hagas,
Si no es verdad no lo digas,
Si no sabes, calla."
Dicho popular japones.
"Si no es tuyo no lo cojas,
Si no es correcto no lo hagas,
Si no es verdad no lo digas,
Si no sabes, calla."
Dicho popular japones.
Eramos 5 en la mesa, amigos, gente con la que,a grandes rasgos, comparto trinchera ideologica porque tenemos una visión similar de lo que el mundo debería ser; pero ese día, para mi sorpresa, ninguno estaba de mi lado, quizas solo el que cayó otorgando a la mayoria màs peso a su posición.
Pero quieras pensar lo que quieras pensar la ley nunca es una unidad de medida moral porque la vida no responde a supuestos legales; esto va mucho mas allà de lo tangible pero nos limitamos a mirar el dedo en lugar de a la luna.
Aquel día sentí tristeza, pero fui reafirmado en mi parecer.
"Tus ojos no me vieron"
https://ghettomental.wordpress.com/2021/09/06/tus-ojos-no-me-vieron/
Hay un mundo que se nos escapa, una realidad que pudo ser y no fue, un lamento cósmico por la inacción y el letargo de nosotros mismos.
Hay un mundo que perdimos y que nadie nos quito, un mundo que regalamos al ocio, la pereza y el abandono de nosotros mismos.
Media Veronica. (Articulo de Esperanza Ruiz.La Gaceta 13/12/2023)
A pesar de ser cosas que nunca quise llegar a ser, a pesar de que casi he dejado de tener certezas absolutas y perdido la confianza infantil que tenía en los demás… a pesar de todo sigo empeñado en defender causas perdidas.
Siempre he creído en el sentido de la comunidad frente al
individuo dentro del respeto a la libertad individual, en el grupo frente al
consumo como respuesta al vacío existencial; pero es difícil pelear cuando los
demás han dado su brazo por torcido y apenas queda ya una Roma que merezca la
pena defender.
Entre los siglos cuarto y quinto se desmoronó el imperio, el enemigo no vino de
fuera, no fueron las temidas hordas bárbaras las que arrasaron los caminos, fue
la desidia y la decadencia de un pueblo acomodado, que descuidó sus deberes,
sus creencias, su espíritu y fronteras dejándolo todo en manos de la inoperante
complacencia. El ciudadano romano era dado a los placeres mundanos y al ocio, idolatraba
el culto al cuerpo, el cuidado del entorno, la alimentación sana… incluso se
puso de moda, entre las clases pudientes el
viajar… Solo era cuestión de tiempo que quien siempre acecha y solo
buscaba sobrevivir se aferrara a esta curiosa similitud con el presente y la utilizara
como caballo de Troya para derrotar al enemigo en su propio terreno; barbaros
asaltando las fronteras de la civilización para su propio disfrute.
La rueda de los tiempos vuelve a girar y nosotros sumidos en
la memoria selectiva y el desconocimiento de nuestra propia historia nos
aproximamos al precipicio cabalgando a galope. No se premia el esfuerzo, está
casi mal visto porque deja en evidencia la mediocridad y el conformismo de las
mayorías, el sacrificio está desterrado de nuestro concepto de vida útil,
porque hemos venido al mundo a “ser felices” (asumiendo por felicidad la erronea idea de posesión debienes materiales y cumplimiento ilimitado e inmediato de todos nuestros deseos); se ensalza al vago y a aquel que
presume de su propia carencia cultural, se idolatra a gente sin recursos
intelectuales, se les pone en un pedestal sustentado por excentricidades
dinerarias que de poco o nada sirven más allá de controlar al ganado ovino en
el que nos estamos convirtiendo. ¿Quién gana con todo esto? Lógicamente quienes
ostentan poderes estamentales a cualquier nivel, conviene gente fácil de
convencer y engañar, gente que no sepa a penas hablar de forma correcta
(pensamos como hablamos, no lo olvidemos) y, mejor aun, gente que se piense
formada hasta el punto de creer que una carrera universitaria te da cierto
estatus intelectual, nada más fácil de manipular que una masa de gente que se
cree lista, formada y preparada… caldo de cultivo para que aniden las más
excéntricas y absurdas creencias de nuestro tiempo.
¿Quieres llamarlo
pesimismo? llámalo, hace tiempo que todo concepto está tergiversado o
prostituido… pero tened por seguro que entre los cascotes y las cenizas de una
realidad destrozada permanecen en alto las picas de un tercio maldito e indómito, de un tercio que en los confines del
pensamiento dominante defiende la “verdad” que tratan de enterrar, que engañada
no engaña; y que se resiste a ser doblegada. Puede que todo esto no tenga
sentido… o tal vez sí, el tiempo dirá, pero aunque llegue a ser mi pica la única en pie, y aunque a nadie más le importe, aquí no habrá rendición.
Cuando llegué a la India llevaba tiempo sin poder dormir y
quizás no es la India, al menos Bombay, el lugar idóneo para conciliar el sueño…
No conozco la India, y me remito a lo que en su día dije de Japón.
Bombay es gris y opresiva, es como estar en el estómago de
un monstruo que devora la historia de aquellos que osan enfrentarse a él dando
forma en su interior a una amalgama de realidad húmeda y estática que te
ralentiza y atrapa con una sensación viscosa de estar sumido en un sueño del
que no puedes despertar.
(…)
Los trayectos en coche son interesantes y algo deprimentes,
las entrañas del monstruo son polvorientas y están pobladas de una curiosa
infraestructura gigante y mínima a ratos, pero siempre llena de contrastes,
tierra de ricos (los menos) y de pobres (los más).
Parado en un semáforo cruzo la mirada con una niña de no más
de 8 o 9 años, me mira con curiosidad y ofrece flores, escarba en mis ojos hasta
hacerme sentir incomodo, parece ver dentro de mi, mis vergüenzas, todo lo que
llevo dentro y que su realidad ahora pone en relieve… poco antes de reanudar la
marcha me sonríe, casi sin sonreír, y me despide con su mano vestida de colores,
no puedo evitar mirar por el retrovisor para verla saltar sobre la acera y
recogerse a si misma en un abrazo a sus rodillas a la espera de que el semáforo
vuelva a detener a los vehículos que traen clientes a los que vender sus
claveles naranjas.
(…)
Lo que más me sorprende de la India son sus habitantes; son
atentos y su propia cultura los hace ser tan hospitalarios como curiosos, nunca
tanta gente cocinó para mi sin apenas conocerme, por la simple gratitud de
estar visitándoles y por la sola satisfacción de darme a conocer su cultura y
gastronomía. Son curiosos hasta el punto de poder parecer irrespetuosos si no
estás avisado pues quieren saber de ti, de tu país y de tus costumbres, y esto
les lleva a preguntar cosas inverosímiles.
(…)
Desde la ventana del hotel veo como la ciudad combate con su
luz la oscuridad de la noche sin luna ni estrellas, paso tiempo observando; es
tarde o temprano según se mire, no sé si he dormido algo o pasado el rato en
duermevela pero el inmenso ventanal parece una pantalla LED a través de la que
veo un mundo inusualmente luminoso que recuerda a una vista panorámica y
nocturna de blade runner.
Hemos estado en festivales hindúes, y me han hablado de más
deidades de las que puedo recordar, historias de luchas fraticidas, de poder, de bondad y
de venganza… mitología sagrada de quienes aun prestan atención a las cosas
importantes e intenta sanar su alma.
(…)
Powai no duerme, podrían ser las 10 de la noche o las 4 de
la madrugada, nada ha cambiado en las últimas horas y las calles son una tormenta
de ruido y luz, desde la terraza en la que estamos sentados vemos el pasar
continuo de gente y vehículos, coches, tuk tuks entrelazados en sonidos de
claxon y luces de colores dándole forma a una serpiente infinita similar a una
atracción de feria eterna y peligrosa. El tiempo pasa envuelto en una agradable
conversación, pero entre tanta gente se tiene una extraña sensación de
insignificancia, de desamparo existencial aturullado por el ruido y especiados
olores. El camarero no termina de encajar que mi acompañante esté bebiendo
alcohol, no es ilegal en absoluto, nos lo sirven, pero no debe estar socialmente bien visto que una
mujer con el pelo suelto y un traje vaporoso se tome algo en una terraza sin
darle importancia al hecho y a las miradas curiosas de su alrededor; no sabría
decir la hora que es, aquí el tiempo no parece ser lineal…
Aquella noche, la india, el universo, se difuminaban entre el calor
nocturno y el frescor onírico de la cerveza y la conversación; tengo la extraña sensación de no
ser yo; y por un tiempo dejé de ser eso, yo,… finalmente, a la sexta noche, rendido al entorno, rendido en las
entrañas del monstruo y abandonado de mi mismo , dormí.
Poema a gáṅgā:
Vengo como huérfano a ti, mojado de amor.
Vengo sin refugio para ti, dador de descanso sagrado.
Vengo a ti como un hombre caído, el mejor de todos.
Vengo deshecho por la enfermedad a ti, el médico perfecto.
Vengo, mi corazón seco con sed, a ti, océano de vino dulce.
Haz conmigo lo que quieras.